Decía y decía bien uno de los más admirados (al menos por mí) filósofos de empresa, el doctor Carlos Llano Cifuentes, que la función del director de empresa es una labor típicamente muy solitaria.
Además, en general se tiene la falsa creencia de que la instrumentación de prácticas de gobierno corporativo, así como la integración y funcionamiento adecuado de un consejo de administración es reservado para empresas que facturan ventas por muchos millones, con grandes estructuras de personal o complejidades operativas, pero la realidad es que se trata de una extraordinaria práctica que, similar a prepararse para una competencia de alta exigencia deportiva, el proceso dolerá, habrá momentos de flaqueza o duda de si vale la pena, pero que si se preparan bien, depara una extraordinaria recompensa.
Lo primero que debe quedar perfectamente claro para quien lo preside, así como para sus integrantes, son los objetivos que se buscan obtener del consejo y erradicar de sus miembros la creencia de que se acude a una sesión de un ente fiscalizador de los resultados operativos y financieros de la compañía: el consejo sirve, en esencia, para definir la estrategia, tocar puntos sensibles inherentes a la operación de ésta y maximizar los resultados integrando distintas visiones no sólo de los accionistas sino incluso, como muchas veces sucede, de consejeros profesionales independientes que ante la ausencia de un conflicto de interés pueden tener aportaciones mucho más objetivas.
Por otro lado, el funcionamiento de éste demanda total madurez del director y muchas veces accionista mayoritario de la empresa. Por supuesto que a nadie nos gusta que nos digan qué hacer o menos que nos señalen las “áreas de oportunidad” pero si se asume con humildad, créame que los resultados serán favorables.
Un consejo importante para quienes están por arrancar ese proceso es el de documentar y dar seguimiento puntual a los acuerdos que se toman, así como informar debidamente respecto de su status y grado de cumplimiento. Existen incluso muchas herramientas tecnológicas para ello y que facilitan en mucho la gestión.
Es importante resaltar que ninguna empresa, sin importar su tamaño o giro, y aún con la participación del consejo en la estrategia, está exenta de tener fracasos, ya que hay diversos factores que inciden para ello como son inadecuada planeación, errores en la ejecución y/o factores externos que inicialmente no fueron contemplados, entre otros.
Por tal motivo, los consejeros deben estar permanentemente actualizados para poder agregar valor; permanecer atentos ante posibles contingencias externas, como pueden ser competidores que antes no existían, tecnología disruptiva, condiciones distintas de mercado que surjan, adecuaciones al marco normativo, entre otras.
Finalmente, es importante que, si piensas invitar independientes, busques convencer a gente mucho más capaz que tú de sumarse al consejo. Dice un principio que siempre debes ser tú el menos capaz de la sala, y es de verdad, perfiles con más experiencia y madurez siempre abonarán en mayor medida al negocio.
Entrarle al gobierno corporativo duele, pero al final, recompensa.
Apasionado de la competitividad, el emprendimiento y la innovación.
Socio director de Redwood Ventures.
@iotero
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