De acuerdo con cifras de la Secretaría de Economía, existen en nuestro país alrededor de 300 organizaciones empresariales entre confederaciones, cámaras y asociaciones cuyo objetivo radica en representar los intereses de las empresas incorporadas de acuerdo con su giro o sector, pero ¿qué tanto valor representa para las mipymes afiliarse a dichas organizaciones?
Existe un parteaguas muy importante en la historia gremial en nuestro País. A partir de 1994, año en el que se reformó la ley de cámaras empresariales y sus confederaciones eliminando la obligatoriedad de las empresas a formar parte de éstas, quienes se habían convertido en una especie de elefantes blancos con muchos recursos tanto económicos como políticos y que las habían alejado de su real propósito: representar a las empresas.
Lo anterior abrió, una sana competencia y obligó a las cámaras y confederaciones a ofertar servicios de valor agregado para su industria y atraer a las empresas de sus sectores. Muchas desaparecieron o vieron disminuido su poder de influencia y base de socios, pero hubo muchas otras que entendieron de mejor manera la responsabilidad de velar por sus sectores y convertirse en referencia de consulta técnica para el Estado.
Creo que la decisión de si se debe o no participar de actividades gremiales debe responder a dos aspectos fundamentales:
Por supuesto los servicios de los que lícitamente pueden beneficiarse como capacitación, acceso a información o gestión.
El foro que puede abrirse para aportar y participar de la vida pública, contribuyendo a mejorar las condiciones del sector en el que se desempaña la compañía.
En Jalisco, por ejemplo, desde mi propia experiencia, existen varias organizaciones que han entendido muy bien su relevancia e influencia y también han sabido traducir en servicios de alto valor a los agremiados su misión, como la Cámara de comercio de Guadalajara con un centro para la mejora regulatoria o su laboratorio de innovación; la COPARMEX que si bien no es una cámara sino un sindicato patronal, ha sido por muchos años un referente en temas de capacitación y emprendimiento así como recientemente, haciendo planteamientos muy relevantes como el ingreso mínimo vital.
Por otro lado, existen diversas asociaciones o grupos empresariales que igualmente hacen mucho bien a la vida pública como el Consejo de Innovación, Crecimiento y el Desarrollo Sostenible que ha logrado en corto tiempo empujar la primera ley de inocuidad estatal así como plantear una agenda energética muy robusta; el Consejo de Jóvenes Empresarios que incorpora a la siguiente generación de empresarios a la Asociación de Emprendedores de México que ha sabido incidir de manera importante en aspecto regulatorios como la posibilidad de hacer sociedades por acciones simplificadas, la ley Fintech entre otras.
Vivimos en momentos en lo que más que nunca las organizaciones demandarán el talento y la creatividad de todos para construir, pero sobre todo, para entender la nueva realidad e incidir a que las distintas políticas públicas se adapten a ésta con voces firmes, informadas y fuertes. Así que, aunque suene trillado, hoy día no habremos de preguntarnos qué pueden hacer esas organizaciones por nosotros, sino qué podemos hacer nosotros por las mismas y entrarle a participar. No hay de otra.
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